Representa al espíritu abierto, el mostrarse como se es cuando uno goza realmente la vida. Está relacionada a la sensualidad, pero no a la adquirida culturalmente hasta ahora del aspecto físico, sino a la libertad de ser y agigantarse con un poder de vida que te invade y te hace sentir pleno, como cuando se baila o se flota en el mar.

Va más del espíritu contemplativo, cuando analizas tu mente y tu cuerpo buscando respuestas. Nos llama a sentir nuestra presencia, a respetar el silencio que necesitamos para conectar y crear de adentro hacia afuera.